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Escrito por: MARÍA VILLARAVIZ
Alguna vez habrás pensado que para lo que hay que decir mejor te callas y guardas silencio, así te ahorras problemas, o rechazos, o lo que sea. Pero lo que a veces no tienes en cuenta es que tu silencio también está comunicando, de hecho, está diciendo mucho más de lo que crees. El silencio se escucha y, en ocasiones, es mucho más profundo que cualquier palabra. Te voy a hacer un spoiler de este artículo «la no comunicación no existe». Ni cuando nos callamos, ni cuando nos arrugamos en nuestro asiento para que no nos vea nadie, ni cuando decidimos no contestar a esa llamado o mensaje… cada una de estas acciones están cargadas de contenido para el que las recibe. Y el contenido se interpreta y la interpretación de lo que percibo me ayuda a configurar mi realidad que, por supuesto, no tiene que ser la misma que la tuya.
Lo primero que tenemos que desechar de nuestras creencias es que la comunicación auditiva, en la que uno habla y el otro escucha, es la única manera de comunicarse. No quiero decir con esto que la comunicación no pase por el canal auditivo, pero lo realmente importante es que tengamos claro que la comunicación es sensitiva. Cada uno de nuestros sentidos interviene de manera activa en el proceso comunicativo, percibimos información a través de los sentidos. Lo que vemos: las expresiones corporales de las personas con las que nos comunicamos. Lo que olemos: el olfato tiene gran poder en la comunicación porque activa nuestros recuerdos y además nos traslada rápidamente a situaciones de bienestar o malestar. De esto saben mucho los expertos en neuromarketing. Lo que escuchamos: evidentemente todo lo que entra por el canal auditivo tiene un gran peso en la comunicación. Lo que decimos: las palabras a través de las que transmitimos nuestras emociones, ideas, creencias… y, evidentemente, cómo lo decimos (mi lenguaje corporal y paraverbal).
Con respecto a todo esto quiero hacer un comentario relativo al mito instalado, y tantas veces repetido, que dice que la comunicación no verbal (el tono, el ritmo y el volumen de nuestra voz más el lenguaje corporal) pesa un 93% (38% el lenguaje paraverbal y un 55% el lenguaje corporal) y que la comunicación verbal (las palabras que utilizamos) pesa solo un 7%: quede dicho desde este momento que no es cierto, que las conclusiones de Mehribian han sido acotadas y de lo que sí podemos hablar es de la importancia de que la voz y el cuerpo sean coherentes entre sí. La incoherencia suele ser percibida y de ser así es más probable que no crean lo que estamos diciendo. Solo podemos hablar de la regla 7% (lenguaje verbal), 38% (lenguaje paraverbal) 55% (lenguaje corporal) cuando la conversación es de índole emocional y además surge una incongruencia entre lo verbal y lo no verbal (primando en este caso la comunicación no verbal).
A estas alturas, te habrás dado cuenta de que hay un canal que todavía no he comentado: el tacto. Lo he dejado para el final porque vivimos en una realidad que en muchas ocasiones no tiene en cuenta la importancia de este sentido, yo hoy quiero hacer apología del contacto en la comunicación. Este sentido es vital sobre todo en la comunicación interpersonal: un abrazo, una caricia, un beso (o la falta de ellos) nos están dando una información de vital importancia para el proceso comunicativo y ,por tanto, interpretativo del entorno. Nos comunicamos a través de todo el cuerpo y todos los sentidos participan en la percepción de información por ello, cuanto más conscientes seamos a la hora de comunicarnos menos mensajes emitiremos de los que ni siquiera somos conocedores, porque como ya hemos dicho: la no comunicación no existe. Además, cuanta más consciencia, nuestra comunicación también será de mayor calidad, profundidad y humanidad.
La creatividad, la comunicación y las emociones en el entorno profesional son algunas de las áreas de trabajo de María. Licenciada en Filosofía, especialista en RRHH con más de 20 años de trayectoria como consultora de desarrollo, así como counseller y facilitadora de aprendizaje.
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