El poder invisible de las creencias en la comunicación

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Escrito por: MARÍA VILLARAVIZ

Aunque «no nos lo creamos» casi todo lo que defendemos de manera acérrima está fundamentado en nuestras creencias. De hecho, la mayoría de las discusiones que vivimos o presenciamos se dan en el campo de las creencias. Para poder avanzar en este tema lo primero que debo dejar claro es qué es una creencia y, aunque podría tirar de la Real Academia para dar crédito a mis palabras, voy a construir una definición más coloquial para que nos podamos entender. Las creencias son el conjunto de pensamientos que hemos elaborado en nuestra mente, a través a nuestra experiencia, conocimiento y necesidades y, a estos pensamientos, les damos el carácter de verdad porque sobre ellos fundamentamos el mundo tal y como lo entendemos, así que como no podemos entender el mundo desde algo que es falso, solo pueden «ser verdad».

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Un ejemplo de creencia en nuestra cultura tiene que ver con la existencia de personajes de todo tipo: Reyes Magos, Ratoncito Pérez, el hombre del saco, el hada de los dientes… son creencias que nos ayudan o a sobrellevar algo doloroso, como por ejemplo: se me ha caído un diente, o a consolidar comportamientos, por ejemplo, si te portas mal puede que venga un señor con un saco y te lleve.

Las creencias se meten en el imaginario de una persona y también en el imaginario de un colectivo entero y, en función de lo que creo, me comunico y me comporto. Y éste es el objetivo del artículo, reflexionar sobre las creencias que tenemos y cómo éstas condicionan la manera que tenemos de relacionarnos con el mundo y de comunicarnos. Nos predisponemos a recibir la información en función de nuestras creencias, juzgamos con quién hablamos en función de nuestras creencias, sacamos conclusiones en función de nuestras creencias.

Las creencias parten de la premisa de que no percibimos la realidad tal y como es sino que nos quedamos con aquellos datos que nos «van bien» para validar nuestras posibles creencias, a esto se le llama «sesgo de confirmación» y es el mismo sesgo que hace que escuchemos una emisora de radio y pensemos que son unos mentirosos y manipuladores, en cambio cuando escuchamos una emisora afín a nuestras creencias pensamos que son seres de luz que solo dicen la verdad absoluta, ¿cómo no les vamos a creer? Y desde este sesgo, acumulamos datos que van fortaleciendo nuestra creencia: me relaciono y hablo con personas que creen lo mismo que yo, leo noticias afines a mis creencias de partida, busco los datos que me «dan la razón» y desecho los que me contradicen…

Las creencias están presenten en cada una de las decisiones que tomamos y en cada conversación que mantenemos. Desmontar una creencia es tremendamente complejo, a mí me gusta decir que, si no podemos deshacernos de una creencia, al menos pongámoslas a remojo. Poner una creencia a remojo es la buena costumbre de cuestionarnos si lo que estoy validando como verdad es realmente tan cierto como yo creo. Para esto hay que hacer dos ejercicios muy recomendables: el primero consiste en auto-cuestionarnos, en poner en tela de juicio mi verdad y transformar una afirmación categórica en una creencia, en vez de decir la «Tierra es plana» puedo decir «Creo que la Tierra es plana» y esto ya nos ablanda un poco nuestra manera de plantear las afirmaciones. El segundo paso es conversar con personas que tienen creencias diametralmente opuestas a las nuestras, conversar sin juzgar, sin querer anteponer nuestra verdad a la de la otra persona. Aunque duela.

Y aquí subyace una pregunta ¿todas las ideas que manejo son creencias? No te preocupes, para eso está la ciencia, todo lo que hemos podido medir, comprobar y observar pasa al plano de verdad, pero no cantes victoria porque con el avance de la ciencia lo que durante años se vive como verdad puede pasar a ser una creencia desterrada por otras comprobaciones que nos hacen cambiar de paradigma. Así que creencia y verdad van avanzando constantemente. Aunque hay creencias individuales que no pueden ser contrastadas científicamente, así que el trabajo es nuestro. Las creencias son necesarias porque nos dan un marco de seguridad desde el cual entender el mundo y lo importante de esto es ser consciente de que las creencias son poderosas por el carácter de verdad que le damos, no porque sean verdad. Así que revisa cuáles son tus creencias y descubre cuáles te limitan y cuáles te empoderan, pero sobre todo piensa cuántas discusiones tenemos desde el campo de las creencias, donde cada una de las partes saca sus datos sesgados con una pretensión convencer al otro (o a uno mismo) perdiendo así la riqueza de una conversación profunda y honesta. Creas lo que creas déjate sorprender en una buena conversación.

Acerca de la autora

María Villarraviz, colaboradora del blog EdE Empresas -IMG570

María Villaraviz

La creatividad, la comunicación y las emociones en el entorno profesional son algunas de las áreas de trabajo de María. Licenciada en Filosofía, especialista en RRHH con más de 20 años de trayectoria como consultora de desarrollo, así como counseller y facilitadora de aprendizaje.

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