Deja atrás tu miedo escénico

Todas las entradas de: Blog de empresas

Escrito por: JAIME BARTOLOMÉ

Paso 1. Asume tus nervios.  

Lo has leído en el párrafo anterior y lo vas a volver a leer en éste: estar nervioso es normal. Para ser exactos, tener un cierto nivel de nervios antes de una presentación es bastante normal. Incluso quienes nos subimos habitualmente a los escenarios, notamos un ligero hormigueo en el estómago antes de salir a escena. ¿Y sabes qué? Es bueno. Esos nervios son un mecanismo adaptativo que te hace poner atención y un poquito de tensión en los momentos relevantes de tu vida. Son los mismos nervios que sentiste cuando fuiste a dar tu primer beso, el día de una entrevista de trabajo o cuando tus hijos hicieron su examen de ingreso a la universidad.

Publicaciones Blog EdE Empresas 'Deja atrás tu miedo escénico', por Jaime Bartolomé -IMG915 Zoom

Por eso, lo primero que tienes que hacer es no culpabilizarte por sentirte nervioso. Esos nervios son tu sistema nervioso central preparando a tu cuerpo para un combate importante, para una huida a la carrera. 

Lo más normal es que esos nervios, a medida que vayan pasando los minutos en escena, se vayan pasando porque tu cerebro irá reconociendo señales de que todo va bien: el público que atiende; gente que asiente a lo que dices; tus superiores sonriendo.

Paso 2. Reconoce tus nervios ante tu público.

En segundo lugar, prepárate una frase sencilla que te permita reconocer tus nervios ante el público. Si ves que los nervios siguen ahí y no se retiran después de un par de pantallas, reconoce ante tu público que puede que estés un poco nervioso. Hazlo claramente, de forma franca, sin ironías. Puedes atribuirlo a todo el tiempo que has dedicado a ese proyecto, a su importancia futura o a lo que supone para tus compañeros, pero hazlo sin ningún pudor.

Parece una tontería pero tanto el público como tú agradeceréis la sensación de que alguien ha mencionado, al fin, el elefante en la habitación. Y no, nunca han despedido a nadie de una empresa por reconocer que estaba nervioso en una presentación y no es probable que te pase a ti por primera vez.

Paso 3. No le des a una presentación más importancia de la que realmente tiene.

Muchas veces, los nervios nos los generamos nosotros mismos generando largas cadenas de pensamientos improductivos que contribuyen a ponernos más nerviosos aún. Un ejemplo claro de esto es pensar que, si la presentación va mal, vamos a ser despedidos, ese despido va a dejarnos en el paro para siempre, lo que nos va a empujar a la pobreza, a la mendicidad… ¿Ves un poco por dónde voy?

Una presentación es una presentación. Por muy importante que sea, por muy crítica que sea para obtener un cliente, una inversión o cerrar una operación financiera es poco probable que, al terminar la presentación, alguien se levante y anuncie “Estás despedido”.

¿Mi consejo? Si ves que en tu cabeza empiezan a aflorar pensamientos tipo “Dios mío, como salga mal, nos van a echar a todos a la calle”, intenta frenarlos con argumentos racionales que pongan la importancia de la presentación en perspectiva.

Paso 4.  Intenta dirigir tu atención hacia la gente que más atención te está prestando.

Otra de las cosas que ayudan a rebajar los nervios, una vez arrancada la presentación es entrenarte para dirigir tu atención hacia la gente que realmente te está prestando atención. En esta era de reuniones masivas vía Teams, no es raro detectar que hay gente que está a otra cosa pero incluso antes, cuando todavía nos reuníamos cara a cara, no era raro ver a alguien contestando correos, whatsapp o navegando por las procelosas aguas de su imaginación.

Tu trabajo es centrar tu atención en quienes sí te prestan atención, quiénes hacen contacto visual franco contigo y, sobre todo, con quienes detectes mejor conexión o mayor afinidad. Sí, esto puede implicar dejar de mirar a la alta dirección (que muchas veces están a otra cosa) y centrarte en gente menos senior, pero, no te engañes, si se trata de dejar tus nervios atrás, mirar a tus superiores mientras resuelven el Wordle del día no te va a ayudar nada.

Paso 5. Evita leer o usar diapositivas con mucho texto.

Esto ya lo dije en un artículo anterior sobre presentaciones pero, curiosamente, leer mucho texto no ayuda para nada a vencer los nervios sino todo lo contrario. Nos ponemos muchísimo más nerviosos porque desvían nuestra atención hacia el propio texto, en lugar de permitirnos disfrutar de la conexión de la audiencia.

Por eso, mi consejo es que, cuanto más miedo tengas a hablar en público, lleves menos texto en tus diapositivas. Las diapositivas con mucho texto harán que tu audiencia preste más atención a la pantalla que a lo que dices: las pantallas con poco texto obligarán a tu audiencia a prestarte atención y te harán sentirte más cómodo. Eso sí, puedes usar las notas del moderador para llevar un esquema claro de cada diapositiva pero, nuevamente, evita leer esas notas tal cual.

La mejor forma de conectar con tu audiencia es que tengan la sensación de que estás hablando con ellos, no leyendo un texto previamente preparado. Quédate con este mensaje clave: leer desconecta- hablar conecta.

Acerca del autor

Jaime Bartolomé, profesor de Escuela de Escritores - IMG300

Jaime Bartolomé

Licenciado en CC. Imagen y Diplomado en Guion y Dirección Cinematográfica por The Los Angeles Film School (LAFS). Profesor de Guion y Storytelling para Escuela de Escritores desde 2003. Consultor Freelance de Storytelling especializado en formación y comunicación interna para clientes como Melià, Grupo Santander, NH Hoteles, ING Direct, Naturgy, Tecnatom, Iberdrola o Volvo, entre otros.

Más información

Más información

Error: Formulario de contacto no encontrado.

Más información curso

    Compartir en