La gran aportación de esta herramienta es dotarnos de una estructura en la conversación que pone el foco en 3 asuntos principalmente:
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- La escucha empática. La habilidad de escuchar a la otra persona sin juicios, con la escucha abierta al entendimiento y el respeto. Si no tenemos esta escucha activada no podremos continuar con esta herramienta.
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- La conversación asertiva. Una conversación que pone en el centro las necesidades, tanto la propia como lo ajena. El acercamiento a la necesidad nos conecta con lo esencial de la conversación y deja fuera todo lo accesorio. Pero para poder hacer esto es importante tener en cuenta la diferencia entre necesidad y estrategia. Y en muchas ocasiones confundimos estos dos conceptos.
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- En tercer lugar, la presencia. Esto implica que no podemos emplear esta herramienta si no estamos conectados con el momento. Si nos entretenemos en lo que ha pasado o nos proyectamos en lo que podría haber pasado, nos distraemos de lo realmente importante. Del contexto real en el que se da esta conversación, el aquí y ahora.
Pero cuál es la estructura que la CNV nos ofrece. Se divide en 4 grandes pasos, cada uno nos requiere unas habilidades.
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- El hecho. La conversación debe comenzar por lo que ha sucedido (palabras, gestos, hechos…) y debemos expresar este hecho de la manera más objetiva posible. ¿Qué significa esto? Pues principalmente significa que tenemos que apagar el juicio. En esta fase no estamos para comentar si nos ha parecido bien o mal tal suceso, si no para exponer el “hecho” sobre el que estamos hablando. Es el momento en el que todas las partes implicadas tenemos que estar de acuerdo sobre si lo sucedido ha sido de una manera o de otra. Es el momento en el que dejamos claro el asunto de la conversación y, aunque parezca obvio, una de las dificultades cuando nos sentamos a “conversar” sobre un tema es que damos por hecho que estamos hablando de lo mismo, pero cada persona tiene puntos de partida diferentes, básicamente porque nuestros juicios nos están filtrando la realidad.
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- La emoción. La segunda fase es conectar con las emociones que nos ha generado el hecho y compartirlas. Para poder hablar de las emociones tengo que permitirme sentirlas. ¿Cómo me he sentido en esta situación? ¿Cómo se manifiesta la emoción? ¿Cómo me hace sentir? Entrar en esta fase es una declaración de intenciones porque cuando comparto mis emociones me estoy abriendo a una conversación empática. Comparto mis emociones y me gustaría conocer las tuyas para entender mejor qué está pasando, porque si te entiendo y te respeto, aunque no esté de acuerdo, podré avanzar hacia un diálogo profundo y constructivo.
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- La necesidad. En tercer lugar, expresamos qué necesidad se ha quedado sin cubrir en la situación sobre la que estamos conversando, una necesidad no satisfecha que me lleva a sentirme en conflicto, conmigo o con otra persona. Esta fase nos lleva a la conversación asertiva. Una conversación que tiene en cuenta mi necesidad y la necesidad del otro. Esto nos obliga a seguir conectando con nosotros mismos y a validar la necesidad de la persona que tengo en frente. A veces, curiosamente estamos en conflicto con alguien que tiene la misma necesidad que yo, y lo que realmente nos ha distanciado es la manera de llegar a satisfacer dicha necesidad.
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- La petición. En último lugar, cuando ya hemos conectado y conversado sobre las necesidades y hemos sido capaces de entender y respetar, en ese momento es cuando emito mi petición. Una petición bien formulada nos permite llegar a una comunicación eficaz. Cuidado, porque en muchas ocasiones confundimos necesidad con petición y, en muchas otras, nuestra conversación empieza por el final: “vengo a hablar contigo para pedirte que me respetes”.
La Comunicación No Violenta es una herramienta con mucho poder que requiere mucha práctica para poder sacarle el máximo rendimiento. Te animo a mejorar tu comunicación a través de ella.