Escritora, periodista y docente. Doctora en Literatura Europea por la Universidad Autónoma de Madrid y licenciada en Periodismo por la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Tiene una especialización en documentales históricos por la Universidad Complutense de Madrid.
Su trayectoria profesional incluye el trabajo como periodista bilingüe, correctora, escritora y docente en distintos países: Colombia, Estados Unidos, España e Irlanda.
Su obra, El ataúd más hermoso del mundo, resultó ganadora del III concurso de novela corta (2006) del Ayuntamiento de Rincón de la Victoria (Málaga) y fue publicada por Editorial Renacimiento. Ha ganado el premio de relato Cuéntale tu cuento en Estados Unidos, con El ratón Pérez (2018) y el concurso internacional de cuentos Oscar Wilde, en Canadá, con Jack O Lantern (2019). En 2023 ganó el primer lugar del certamen organizado por La Cueva, el más importante de Colombia para un relato individual, con su obra Álbum Familiar.
Ha publicado el ensayo Colombia, un país adolescente y participado en la antología El camino de los mitos. Su primer libro de relatos, Rituales de apareamiento, se ha publicado en Colombia con la editorial Tusquets.
Ha sido finalista en los concursos de relatos NH Mario Vargas Llosa de 2006, (Madrid) con «La buena mujer»; finalista en el certamen Juan Rulfo de 2008, (París, Francia) con «Átropos» y finalista en el certamen de relato Max Aub (Segorbe, Valencia), 2009 con «El cuadro de Van Gogh».
Reseñas y entrevistas
Entrevista a la profesora
Me gusta una frase de Augusto Monterroso: No recuerdo a ningún escritor que no haya nacido. Después de nacer, requiere constancia y pasión. Desde luego que se puede aprender. Felizmente, el aprendizaje no acaba nunca.
Como profesora considero que mi labor es acompañar a cada alumno en su camino. Aunque proporcione a todos las mismas herramientas, el uso que cada quien hace es personal y único. Siento un enorme respeto por ese proceso y me emociona ver los frutos de sus trabajos. Comencé a impartir clase en Escuela de escritores en 2009. Inicialmente fui profesora de corrección y estilo.
Un creativo es un explorador y por eso me es vital sentirme libre y, a la vez, incentivar el ejercicio de la libertad entre quienes se aventuran en este oficio. Sin embargo, la escritura tiene métodos de probada eficacia que conviene conocer; no se trata de reinventar la rueda. Aparte de la mecánica común a los talleres, mi criterio es ir de la mano de los maestros y crear o promover la creación a partir de ese conocimiento.
A mis alumnos les pido pasión, pues no necesitan disciplina si aman lo que hacen. Cuando comienza un curso es normal que descubran lo mucho que hay por aprender y puede ser abrumador o emocionante. Al final de cada curso dominan técnicas narrativas que les proporcionan seguridad y les permite avanzar con mayor determinación. El nivel de exigencia lo pone cada quien.
Los invito a que señalen tanto lo que les gusta del trabajo de los compañeros como lo que no. Es importante recibir opiniones positivas porque ayudan a afirmar lo que sí funciona. Las críticas ayudan a detectar lo que aún no ha alcanzado su pleno potencial y, en ese sentido, son las que más sirven para madurar una historia. Saber lo que está bien es bueno para el ego, pero entender dónde se deben hacer las mejores es genial para el texto. El clima que promuevo es el de compañerismo. Un aula es un lugar seguro para explorar, equivocarse y reinventarse.
Sin duda es un intercambio. Por muchos años que lleve como docente, cada alumno requiere de una atención especializada y me enseña cómo ser una mejor profesora para él: eso es muy específico. Además, cada quien escribe desde su cosmovisión y es necesario ampliar la mía para comprender lo que están haciendo o quieren hacer. Me resulta inmensamente enriquecedor.
Escuchar, asesorar y hacer las preguntas correctas. A veces, si la historia se estanca, es porque no la estamos viendo desde la perspectiva adecuada. Un cambio de perspectiva lo cambia todo.
Insisto mucho en el correcto uso del lenguaje. También creo que la mejor escritura es multidisciplinaria, pues aspira a la condición de otras artes, como la música. Una prosa cuidada es musical y por eso pido a los alumnos que impriman sus textos y los lean en voz alta. También es importante que haya un buen uso de los sentidos. El ochenta por ciento de la información sensorial que procesa el cerebro humano proviene de la vista y eso debería reflejarse en las páginas, lo que no significa que se desdeñen el olfato, la audición, el tacto y el gusto.
Es, por suerte, un círculo vicioso; cuanto más lees y escribes, más ganas tienes de leer y escribir.
Esa pregunta siempre me hace sufrir porque cualquier respuesta que dé me parece injusta. Pero si tengo que elegir uno solo sería Gabriel García Márquez. Fue el primer autor que me embrujó y quedé enamorada de la literatura para siempre. Nunca estoy leyendo un solo libro. Ahora mismo destaco: HHhH del francés Laurent Binet, Una relación perfecta (Cheating at Canasta), un libro de relatos del irlandés William Trevor y, por último, Akelarre, del colombiano Mario Mendoza, quien fue mi profesor de literatura en la universidad.