Gabriel García Márquez era un gran observador y encontraba inspiración en su trabajo como reportero (Del amor y otros demonios), en su vida cotidiana (La larga vida feliz de Margarito Duarte que luego se transformó en el relato La santa) y hasta en objetos como un ángel de paja que inspiró su relato Un hombre muy viejo con unas alas enormes. A veces trabajaba con una misma idea o un mismo personaje a lo largo de los años y los iba modificando hasta que encontraban su forma definitiva.

Un buen comienzo es la puerta que se abre para meternos en la vida del protagonista, pero también contiene el embrión de la historia. Los buenos escritores y periodistas saben lo importante que es enganchar a los lectores desde las primeras líneas y hacer que cada palabra cuente. Para contrastar géneros, estudiaremos dos tipos de comienzo diferentes, uno periodístico y otro de novela.

Elegir el punto de vista no solo condiciona la historia, sino que también afecta al narrador. Determina qué tan cerca o lejos de los hechos se ubica esa voz que nos cuenta lo que está pasando. Es el lente a través del cual miramos lo que ocurre. Revisaremos y analizaremos tres historias y tres puntos de vista diferentes.

En narrativa el ritmo está definido por los patrones de puntuación. En general, las oraciones largas suenan más suaves y dan la impresión de ralentizar la historia, mientras que las cortas suelen hacer que el contenido sea más conciso y dinámico. El tiempo es la manipulación cronológica y también la duración de la historia. Los personajes se mueven a velocidades distintas según el momento y leemos sus acciones con distintos grados de detalle. En algunas partes pueden correr, lo que deja el lector sin aliento, pero en otros momentos se mueven muy despacio, sumergiéndose en el instante. García Márquez contrasta el tiempo y el ritmo.