Entrada escrita por: Irene de la Torre
para Proyecto CELA (Connecting European Literary Artists)
desde: Pisa, Italia, del 9 al 12 de noviembre
A unos pocos días de partir hacia Italia, ya sentía ese cosquilleo en el estómago que me desvelaba la ilusión de volver a encontrarme con mis compañeros traductores, escritores y expertos literarios que forman parte del proyecto CELA. Hice la maleta con muchas ganas de desconectar y de escribir mi segundo capítulo de esta genial aventura.
A los traductores ya nos habían enviado los fragmentos de los tres escritores que debíamos traducir, por lo que teníamos que acudir a este segundo encuentro con los deberes hechos: nuestras traducciones. En mi caso tenía que traducir del neerlandés al español a los tres escritores de los Países Bajos: Joost Oomen, Lotte Lentes y Simone Atangana Bekono. Y los tres iban a estar en esta reunión. ¡Genial!
Al llegar a la ciudad de Pisa desde el aeropuerto, percibí el pausado ritmo de la ciudad, y decidí entonces seguir ese mismo ritmo: parándome en cada esquina, fotografiando esto y aquello. Todavía tenía un par de horas hasta el primer evento. Al llegar al hotel, sentí una tranquilidad inmediata al asomarme por la ventana. Sin ningún ensordecedor ruido de tráfico, las vistas me recordaron a un apacible pueblo del Mediterráneo, por lo que, sin haberlo previsto, me sentí como en casa.
Llegué al primer evento que tenían organizado: la inauguración de la exposición La Valle dei Mumin en el Palazzo Blu. Allí me encontré con mis compañeras traductoras italianas. Fue una sensación extraña. Como si las conociera de toda la vida, de repente me sentí realmente arropada, como si formara parte de esa ciudad desde hace muchos años.
Tras la inauguración y encontrarme con varios escritores y traductores más, paseamos por las calles de Pisa. Me sorprendí al descubrir que esta acogedora ciudad tiene una animada vida en sus calles, y mucho más que ofrecer que la famosa torre inclinada. Estudiantes suben y bajan las calles, bicicletas las recorren.
Al día siguiente llegamos al recinto donde se celebraba el Pisa Book Festival. Allí nos dieron la bienvenida y nos dirigieron a la sala donde tenían lugar las actividades para los traductores, entre las que contamos con las clases magistrales de traducción de la mano de Joseph Farrel. Tenía un gran sentido del humor y un sinfín de conocimientos por compartir con nosotros, por lo que el tiempo que nos dedicó durante el día nos supo verdaderamente a poco. De estas clases se me quedó grabada la frase que citó Joseph de Tim Parks: «A writer is not famous today unless internationally famous».
También tuvimos algo de tiempo para pasear por la feria. A pesar de estar todos los libros en italiano, me enamoraron muchas ediciones y portadas. Y me encantó también ver libros de autores españoles traducidos al italiano.
Pero sin duda lo más interesante de la jornada para mí fue el encuentro con los escritores. Les había preparado una serie de preguntas, pero a medida que íbamos viendo el texto, me surgían más y más dudas. Para mí el tenerlos al lado y preguntarles por cualquier cosa «insignificante» fue una experiencia increíble. Fue la primera vez que me pasaba: preguntar directamente al escritor de un texto por qué una palabra estaba ahí exactamente, y no otra. O qué quería decir una frase en concreto. Me ahorraba horas y horas documentándome, pidiendo consejo, buscando en diccionarios. Y la información era más que fiable, de primera mano. Incluso me pareció gracioso pedirles permiso por suprimir alguna que otra palabra de frases largas, que añadiéndolas en la traducción perdían el ritmo del texto en español. Si ellos me daban permiso, estaba más que justificado.
También descubrí lo útil que fue comparar mi traducción con la de Xénon, uno de los traductores de neerlandés a portugués. Al ser idiomas bastante parecidos, pudimos contrastar las soluciones que les habíamos dado a algunos problemas de traducción que habíamos tenido. Tanto a Xénon como al resto de traductores del neerlandés también les surgieron dudas que yo no me había planteado, y esto me permitió enriquecerme de las respuestas que les dieron los escritores. Como verdaderos analistas y descuartizadores de textos, los traductores no tenemos fin: necesitamos saber el origen de cada palabra, para poder representarlo de manera fiel en nuestro idioma. Lo que pasa es que a veces ni los mismos escritores saben por qué esa palabra está donde está. Les sale así, sin planteárselo mucho. Nos hubiera dado para muchas horas, pero finalmente tuvimos que volver al hotel para cenar. Deliciosa pasta italiana, por cierto.
Al día siguiente pude estar del otro lado, ya que me reuní con los tres traductores al español que me hicieron una serie de preguntas sobre los textos de los tres escritores españoles. Fue verdaderamente gracioso ver las preguntas que les surgían. Y una experiencia no menos enriquecedora para mí. Pude descubrir que una palabra puede verdaderamente estar ahí por algo, y no basta con traducirla con un simple sinónimo, por lo que anoté esa observación también para mis traducciones.
El momento culminante del encuentro fue la presentación de los tres escritores que estaban haciendo su residencia en Pisa: Anna Kalimar, Valério Romão y Joost Oomen. En ese mismo orden presentaron sus obras. Primero con una entrevista, y seguidamente leyendo un extracto. Cuando Joost leyó el extracto de su libro (el mismo que debía traducir yo), pude saber qué tono quería darle. Fue en ese momento cuando entendí de verdad el ritmo y la finalidad del texto. Aparte de leer ese fragmento, Joost también decidió recitar un poema suyo. Y pronto entendimos por qué. Aun recitándolo en neerlandés y siendo todo el público prácticamente italiano, encendió la chispa de todos que, al terminar, no pudieron más que aplaudirle fogosamente. Una energía y creatividad envuelven a esta mente especial.
De vuelta en Madrid, he podido digerir bien esta mezcla de emociones condensadas en tres días intensos. Me fui muy contenta, porque había adquirido muchas nociones nuevas y soluciones a mis problemas de traducción. Podría resumirlo todo en compañerismo, ideas, creatividad y risas, muchas risas.
Director: Javier Sagarna
Producción y logística: Germán Solís y Lara Coto
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