Rafael Negrete-Portillo

Doctorando en Estudios Literarios. Posee un máster oficial en Escritura Creativa (UCM). y otro máster oficial en Teatro y Artes Escénicas (UCM), así como un BA Hons Drama (University of Kent), obteniendo First Class Honours: calificación más alta de la promoción española.

Ha sido docente para varias titulaciones oficiales de Universidad Europea y Universidad Nebrija. Fue director-fundador del Aula de Teatro de Vniversitas Senioribvs CEU y director editorial de la sección universitaria de la revista teatral de Smedia, con más de 50.000 ejemplares al mes.

Es autor de más de una veintena de piezas (en prosa y en verso) que van desde lo clásico al drama contemporáneo, pasando por la comedia lopesca y la dramaturgia infantil-familiar. En la actualidad se centra en el teatro psicológico y en las nuevas tendencias dramáticas y postdramáticas del siglo XXI, siendo, además, el re-generador del concepto de ‘teatro cubista’.

Ganador del “premio nacional de textos teatrales Cuenca a escena 2017” por «¡Orden en la sala! (comedia querellante)»; galardonado en la convocatoria “Mujeres que cumplen 2017 de SGAE” por «Senvm senioribvs» y ganador del premio “Luis Barahona de Soto” en su apartado “Premio Morales Martínez de textos infantiles 2018” por su obra «Ni come ni deja comer».

Censurada (un debate mortal)

Teatro
Ediciones Irreverentes
2021

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Productividad (Comedia de bungaló)

Teatro
Ediciones Irreverentes
2019

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Escuela de Escritores

Último sujeto

Teatro cubista
Editorial Anagnórisis
2012

Escuela de Escritores

El kebab de Pinter

Teatro
Estreno: cuadernos de teatro español contemporáneo, Ohio Wesleyan University
2014

Escuela de Escritores

Prototipo de teatro cubista

Artículo académico
Editorial Verbum
2017

Entrevista al profesor

«Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto sino un hábito»… dicen que dijo Aristóteles; por otro lado, repetir una acción a diario no significa hacerla correctamente, sino dominar lo que realizamos a pesar de que esto sea incorrecto. Un breve ejemplo: puedo esforzarme cada mañana en repetir palabras en inglés tal y como yo creo que suenan, que se pronuncian. Al cabo de un año, tendré dominada “mi interpretación” sobre esas palabras; sí, diré “jelou” con soltura, con excelencia, lo que no significa esté bien pronunciado, que suene a inglés o que un angloparlante me entienda. Dicho de otro modo, puedo escribir novecientas palabras a diario y en menos de nueve meses seré un escritor experto o prolijo, de acuerdo, ahora bien, esto no significa que sea un buen escritor. El estudio y la lectura son imprescindibles si uno quiere aprender a escribir, ‘aprehender’ la buena escritura.

Entiendo ser profesor como compartir. Lo bueno y lo malo; lo que sé y, aún más, aquello que ignoro; mis aciertos y, sobre todo, mis errores, no con la intención de evitar que el alumno los cometa, sino para hacer que este esté preparado cuando llegue el momento de que cometa los suyos propios.

Suelo decir que hay que escuchar al error y desafiar al acierto. Si no soy capaz de levantar la cabeza y observar el mundo que me rodea, observarlo de verdad, ¿cómo me atrevo a decir que estoy escribiendo sobre él? Es absurdo pretender experimentar algo para poder escribir sobre ello, la última vez que lo intenté no logré la alquimia hechicera necesaria para transformarme en un tulipán y poder escribir como tal… absurdo: aún no conozco ningún perro que sea veterinario, ya que solo él tendría la experiencia para tratar a su raza; absurdo, insisto, tanto como pretender que para entender el dolor, el amor, la pasión, el odio sea imprescindible haberlos sentido o haberlos experimentado, lo necesario y de fuerza será, al menos, haberlos sabido observar, escucharlos.

 

Les pido despojarse cuanto puedan de la piel escritora de cristal. Cada creación es un pequeño ser nacido de nuestras entrañas y, obviamente, colocarlo bajo el microscopio con la intención de mejorarlo puede resultar comprometido.

Mi nivel de exigencia es su nivel de exigencia +1.

Libertad creativa, exigencia técnica y seguridad grupal… aunque no siempre en ese orden.

Me enseñan cómo seguir aprendiendo

De nuevo tengo que hablar aquí de la escucha. La clase la cimenta el profesor, pero la edificación solo puede erigirse con y por los estudiantes.

La recepción, creo que la escritura, al igual que la docencia se basa en la capacidad de compartir conocimientos, de tal modo que la recepción, sin ser definitiva, sí que es importante para tener en cuenta.

Compartimentando. Aun tratándose de actividades en cierto modo coadyuvantes —por aquello de compartir conocimientos—, a mí, personalmente, me ayuda compartimentar —no aislar herméticamente— cada una de las pasiones: la enseñanza de la escritura y la escritura en sí misma.

Sería incapaz de decir solo uno, de decir solo diez. Al igual que sería incapaz de no nombrar al enorme don Miguel de Cervantes.

Rafael Negrete-Portillo, fotografía de Laura Abelda - IMG570
Fotografía: Laura Abelda
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