Escritora y periodista colombiana. Autora de Duermevela (Planeta, 2010), Johnny y el mar (Tragaluz, 2014), traducido al inglés y el alemán y seleccionada dentro del catálogo White Raven 2015, reconocimiento de la Biblioteca Juvenil Internacional de Múnich, Alemania, a títulos internacionales. Su novela La Casa de la Belleza (Emecé, 2015), ha sido traducida a varias lenguas y recomendada por medios como The Guardian y Le Figaro. Su más reciente novela, La mujer que hablaba sola (Seix Barral, 2019) fue descrita por Juan Gabriel Vásquez como «un inventario despiadado de las formas con que esta sociedad se las arregla para violentarnos». Cuando éramos felices y no lo sabíamos, narra cuatro viajes entre Venezuela y Colombia en tiempos apocalípticos. Este último, su primer libro de no ficción, fue publicado por Seix Barral en América Latina en 2020, y en 2022 por Ariel en España. Escobar es columnista del diario El Tiempo (Colombia) y colaboradora ocasional de El País (España). Ha llevado talleres de escritura creativa en distintos centros y universidades, así como talleres de crónica, reportaje y cursos sobre los límites entre ficción y no ficción. Vive en Barcelona, con su esposo y sus dos hijos.

Duermevela
Novela
Planeta
2010
Entrevista a la profesora
Todo se aprende. Es lo que nos mantiene enganchados a la vida.
Es una respuesta orgánica al acto de escribir. Es un deseo orgánico por compartir lo que he aprendido de este oficio.
Me gusta la idea de trabajar la fusión entre distintos subgéneros teatrales y audiovisuales (comedia, drama, tragedia), también entre géneros narrativos (no ficción, relato, cuento, novela, poesía, ensayo) así como entre diversas disciplinas (psicoanálisis, literatura, arte, teatro, cine, televisión, ensayo) poniéndonos a nosotros mismos como individuos en el centro de la observación y como ejes creativos.
Les pido curiosidad, apertura, compromiso.
Yo doy todo lo que tengo. Mi exigencia es que sepan recibir lo que ofrezco y sacarle el mayor provecho posible.
Me gusta la idea de compartir con sentido crítico, rigor, tolerancia y buena disposición.
Cada persona tiene una voz propia: única, irrepetible, irremplazable. Una voz propia que no se parece a ninguna otra. La intención, más que enseñar, es acompañar a los alumnos a encontrar su propia voz y a usarla.
La búsqueda creativa es única. Así como cada individuo es singular, también lo es su propósito creativo. En ese sentido, para mí, saber enseñar escritura creativa es ser un buen guía para cada quien, independientemente de cuáles sean sus intereses, sus gustos, sus capacidades, obsesiones o derroteros.
Me gusta profundizar en la idea de que si bien para escribir hay que leer mucho y también practicar mucho el oficio de la escritura, si bien existen técnicas que se aprenden, así como cajas de herramientas, lo fundamental es definir el camino personal de cada uno.
Siento que todo hace parte de una misma espiral, una misma atmósfera donde se respira creatividad, lenguaje, comunicación, intercambio, complicidad. La escritura es además un oficio muy solitario y tener con quien compartir dilemas, sensaciones y experiencias, es oxígeno puro.
