Licenciada en Comunicación Humana por la Universidad de las Américas en CDMX y Máster en Literatura Infantil y Juvenil por la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha impartido talleres de escritura creativa para adolescentes e inició un programa a distancia con internas de reclusorios femeniles de gran parte de México.
En 2021 se gradúa en el Curso de Especialización en la Enseñanza de la Escritura Creativa organizado por Escuela de Escritores (en colaboración con la Universidad de Alcalá) y en 2023 termina el Máster de Narrativa de Escuela de Escritores.
Entrevista a la profesora
Me considero un vivo ejemplo de que se puede aprender a escribir. Se puede tener un talento hacia la escritura, tener el gusto o ser un buen lector. Sin embargo, el tomar el tiempo para iniciar un relato puede ser retador a pesar del talento, porque las herramientas narrativas se aprenden y se hace de manera muy parecida a la que un bailarín aprende un paso de danza o un pintor aprende a combinar colores.
La enseñanza siempre me ha gustado, transmitir y transformar al grupo de personas que te escuchan atentamente y que pueden aprender algo nuevo es fascinante. A la vez como profesor se aprenden cosas nuevas cada día. La labor como profesor es bidireccional, es un ir y venir de conocimiento inacabable.
La escucha. Escuchar o leer con atención al alumno. No desechar al primer intento, en vez de eso me apasiona desenredar los textos y dar estrategias precisas para mejorarlos.
Creo que la exigencia es con uno mismo. Si el alumno está inscrito en un curso de escritura entiendo que le gusta escribir y imagino que quiere mejorar sus relatos. Entender porque su historia funciona o no funciona y enriquecerse de los relatos de
sus compañeros, muchas veces viendo los aciertos o errores de los demás entendemos los propios.
Respeto. Ante todo creo que el grupo se convierte en un lugar sagrado. Entrar a los textos de los alumnos y de los compañeros es como entrar a un templo. Comentar siempre se hace con afán de mejorarlo desde la empatía y el respeto.
Mis alumnos me han enseñado sobre cómo en los detalles muchas veces está la clave para tener éxito.
Creo que una lectura atenta y respetuosa. Iniciar la crítica como una herramienta para seguir escribiendo y no para desistir. Algún día escuche a un profesor de tenis decirle a su alumno que no servía para eso, que mejor pensará en otro deporte. Me pareció terrible, porque todos tenemos capacidad para aprender ese chico tal vez no tenía un talento especial pero estaba en la cancha en ese momento y merecía que el profesor le diera herramientas no que lo echara.
Un buen profesor de escritura debe de trabajar a la par de su alumno para mejorar el texto, como se mejora un golpe de raqueta y tal vez no será el próximo nobel de literatura pero será el mejor escritor que puede ser.
Mi proceso creativo siempre está a la par con lo que me rodea. Escuchar a los alumnos alimenta mi propia creatividad.