Relatos en Cadena | Votación popular

XVIII Edición del Concurso: voto del público

Formulario de participación

El formulario de votación de noviembre está abierto. Los plazos de participación son los siguientes:

  • Desde el lunes 18 de noviembre a las 19:00.
  • Hasta el lunes 25 de noviembre a las 12:00.

    Relatos finalistas del mes de noviembre

    Semana 7: Lo que dejaron las lluvias, de Ana María Abad García (4/11/24)

    La larga cola de novicias que se estaba formando en la plaza llamaba la atención de los transeúntes, pero no tanto como verlas saltar, una a una, al charquito informe que había quedado tras las lluvias de la última madrugada, y en el que se reflejaba un cielo ahora despejado y de un límpido azul. Aunque, bien mirado, no era el salto en sí lo que provocaba una absoluta estupefacción, sino el hecho de que las muchachas fueran desapareciendo en su interior con una beatífica sonrisa en los labios y un eco lejano de clarines y trompetas.

    Semana 8: La suplente, de Asier Susaeta (11/11/24)

    Un eco lejano de clarines y trompetas llega al camerino. Cinco minutos para entrar en escena. El director se acerca, preocupado. Sólo ha sido un mareo tonto, explico. Al escucharlo, veo cómo la ilusión se apaga en el rostro de la suplente. Detrás de mi reflejo, se quita el mismo vestido que llevo puesto, los mismos zapatos. Desaparezco prenda a prenda. Y ahora sí; ahora podría advertirle sobre él y decirle que no cometa los mismos errores, que soy tan poco celosa como buena actriz o que, si dejase de recordarme que soy reemplazable, quizá mañana no fingiría unas decimillas de fiebre al entrar al camerino.

    Semana 9: Abuela coraje, de Sara Sánchez Hernández (18/11/24)

    Unas decimillas de fiebre al entrar al camerino no van a impedirme hacer mi trabajo. Si la diva encuentra una simple mota de polvo, me despiden fijo. No puedo permitírmelo. Menos mal que hoy no está y me libro de aguantarla. Debo estar ya en treinta y ocho. Me tumbo en el diván y apago la luz, solo un ratito. Alguien entra sin llamar. Por su inconfundible voz sé que es el director. Que no le interrumpa, dice. Que tenemos que dejarlo, que le aterra el escándalo si esto sale a la luz. Yo sonrío, porque ya sé quién va a costear el prohibitivo tratamiento de mi nieto.

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