Creo que la escritura es un don que se va formando y moldeando, por lo tanto no dudo de que las herramientas se puedan ceder al incipiente escritor y, de este modo, seguir el curso de un aprendizaje con la mirada puesta en ese don natural.

Desde la libertad, la docencia que imparto acerca al futuro escritor la realidad editorial, con lo matices culturales, comerciales y promocionales que eso implica.

En un principio que mantengan la serenidad cuando se explica la difícil situación editorial a la que se van a enfrentar. Al final, que tengan instrumentos útiles suficientes para que aumente su capacidad de relación con el sector editorial y, por tanto, que crezcan sus posibilidades de entrar en él.

La mejor atmósfera es la del diálogo y la participación. Creo que la comunicación en dos direcciones es el mejor camino para aprovechar los conocimientos que se imparten.

Siempre. Cada año aprendo nuevos conceptos que hay que introducir en la asignatura, espacios en los que profundizar o líneas que abrir.

Creo que las que un editor pide a todo escritor: mucha lectura y corrección. Trasladar correctamente estos dos sustantivos al escritor me parece el reto de un profesor de escritura.

Me gusta hacer hincapié en que el alumno se haga preguntas, una detrás de otras, y que de ellas vengan las contestaciones. Profundizar en la curiosidad y el sentido crítico respecto al hecho editorial me parece un objetivo a perseguir.

En mi caso, en el trabajo editorial siempre hallo un tiempo para la labor en la Escuela de Escritores, algo que disfruto muchísimo.

Julio Cortázar. Todos tenemos un pasado con Julio. Estoy leyendo Cuatro por cuatro, de Sara Mesa.