Rodrigo Blanco Calderón

Escritor venezolano, nacido en Caracas en 1981. Licenciado en Letras y Magíster en Estudios Literarios por la Universidad Central de Venezuela, donde se desempeñó durante diez años como profesor de la Cátedra de Teoría y Crítica Literaria.

Entre 2015 y 2018 trabajó como investigador contratado en la universidad París XIII. En paralelo a su labor docente, trabajó como gestor cultural en el Colectivo Relectura, de Caracas, y fundó dos sellos editoriales: Lugar Común y Madera Fina. Como narrador, ha publicado cuatro libros de cuentos, Una larga fila de hombres (2005), Los invencibles (2007), Las rayas (2011) y Los terneros (2018). Por sus relatos ha recibido diversos reconocimientos dentro y fuera de Venezuela, como el Premio para Autores Inéditos, de la editorial Monte Ávila, el Concurso de cuentos del diario El Nacional y el premio O. Henry 2023 en Estados Unidos.

También ha publicado dos novelas. La primera, The night (Alfaguara, 2016), fue traducida al inglés, al francés, al checo y al neerlandés y obtuvo los siguientes premios: Premio III Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, en 2019, Premio Rive gauche à Paris, a mejor novela extranjera, en 2016, y el Premio de la Crítica en Venezuela, en 2017. Su segunda novela, Simpatía, fue incluida en la «longlist» del premio Booker International 2024. Los derechos de traducción han sido vendidos al inglés, francés, ruso, portugués, checo, ucraniano y serbio.

Simpatía

Novela
2021

Publicado por:
Alfaguara

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Los terneros

Relato
2018

Publicado por:
Páginas de Espuma

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The Night

Novela
2016

Publicado por:
Alfagurara

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Entrevista al profesor

Me sugiere la idea de destino. Esta idea puede servir para construir un personaje literario que, por ejemplo, quiera ser escritor. Para aprender y enseñar a escribir la idea de «destino» me parece fuera de lugar. El aprendizaje y la enseñanza de la escritura son experiencias accesibles para cualquier persona, con los distintos grados y matices que cada quien aporta.

Dar clases sobre literatura es lo que considero mi verdadera vocación. Empecé desde muy joven, a los 23 años, en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela.

En mis talleres de escritura de cuentos y de novelas trato de proponer un recorrido teórico y práctico que le permita al alumno comprender cómo se gesta un libro, desde las ideas iniciales, hasta la parte final, de corrección del manuscrito. Uno de los objetivos principales es enseñar al alumno a familiarizarse con las dificultades que surgen en el proceso creativo y a reconocer que los obstáculos son elementos que forman parte de la obra.

Al inicio de un taller, mi labor es motivar. Una motivación que en el desarrollo del curso se sostiene en lecturas, ejercicios y retroalimentación. Al final de un curso, los invito a que se apropien de esa estructura que han construido en la dinámica grupal y la lleven consigo a la soledad de la escritura. La exigencia es simple: cumplir con las tareas asignadas, recordando siempre que están ahí porque quieren. No por una obligación ajena.

Me gusta crear un ambiente de respeto y complicidad. Que cuando lean sus cuentos o los capítulos de sus novelas, los alumnos sientan que hay un grupo de gente atenta, empática, crítica (en el buen sentido), presta a comentar y ayudar a mejorar los textos.

Que no importan los conocimientos y la experiencia que uno haya acumulado, un texto siempre ofrece formas de interpretación que uno no prevé. También, como escritor, me permite tener una visión de los temas y preocupaciones que circulan entre los nuevos escritores.

Capacidad de concentración para escuchar y entender lo que propone cada alumno. Rigor teórico, buena dicción, puntualidad, respeto. Saber manejar el flujo de las intervenciones, de manera que todos tengan oportunidad de participar.

Rodrigo Blanco Calderón, fotografía de Emilio Morales -IMG570
Emilio Morales

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