Matilde Gordero-Moreno (Cullera, València, 1984) es escritora, profesora de escritura y periodista. Ha colaborado con los digitales Pikara Magazine, Núvol, Media.cat, Nationalia.cat, El Salto, Factorhuma.org y Diari La Veu. En este último publicó, durante dos años, una columna quincenal en la cual destacaban los escritos impresionistas y costumbristas sobre su pueblo natal, que en 2022 vieron la luz en forma de ensayo: Mai no s’acaba de tornar (Edicions del Bullent). Ha estudiado Narrativa, Cuento y Microrrelato en la Escuela de Escritura del Ateneu Barcelonès, donde también ejerce como profesora de escritura. En 2021 publicó el poemario Aquí ya no queda nadie (Ediciones Carena), en el que explora el duelo y el proceso de reconstrucción posterior a una ruptura. Imparte talleres en escuelas e institutos de la Comunitat Valenciana, con los que busca fomentar la creatividad y la imaginación a través de la escritura y dotar a los alumnos de las herramientas básicas para explicar una historia.
Ha cursado el postgrado de Especialización en la Enseñanza de la Escritura Creativa, que imparten la Escuela de Escritores y la Universidad de Alcalá, y el postgrado de Corrección de Español de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
Escribe tanto en castellano como en catalán.
Entrevista a la profesora
Por supuesto. La escritura tiene una parte de oficio y otra de arte. En los talleres se trabaja sobre todo la primera, sobre la que más se puede influir. El arte de cada uno, digamos, viene de casa, pero somos seres capaces de crear arte y de disfrutarlo. Sobre eso también se puede trabajar: buscando inspiración, conectando con el arte de otras personas, dejándonos sentir. En resumen: Se puede aprender a escribir y hay un camino para cada persona.
He llegado hasta aquí a través de un camino de búsqueda que empezó cuando aprendí a escribir, con cinco o seis años. Un camino que siempre ha buscado un hueco para la escritura, porque está ahí, haga lo que haga. La riegue mucho o poco. Desde hace bastantes años estoy intentando unir mi pasión con mi profesión (disculpad la cacofonía, que, por cierto, se trabajan en los talleres). También, a mí los cursos de escritura me han dado tanto, que quiero devolver un poquito de eso que mis profesores me dieron a mí, transmitir lo que yo sentí cuando descubrí las escuelas de escritura.
La base es tener oficio, como escritor y como profesor. Conocer las técnicas, la tradición, haber aprendido de la propia experiencia, haber sido alumno. A partir de ahí, ser capaz de transmitir tu pasión a los alumnos y ver qué es lo que busca la persona que acude a clase, saber qué le puedes pedir y descubrir cuál es su don. Si conecta con él, el aprendizaje se amplifica.
Como puedo. Escribo tanto como mis responsabilidades personales y profesionales me lo permiten. Tanto como me dejan mis necesidades de descanso, ocio y socialización. Tanto como me pide el cuerpo, que a veces se conforma con un poema a la semana y a veces se escribe por las esquinas.