Actriz, dramaturga y directora de escena. Licenciada en Derecho por la Universidad de València y DEA (Diploma de Estudios Avanzados) en el doctorado de Historia y Teoría del Teatro, de la UCM. Fundadora de La Brecha Teatro, marca con la que recientemente ha producido su espectáculo Azul, y me dejo caer… Colaboradora del Nuevo Teatro Fronterizo desde 2011, donde creó y coordinó el taller semestral «Hazme un drama» e impartió las sesiones del segundo grupo estable de Dramaturgia Actoral.
Como autora, ha estrenado: Grita (2012), dirigida por Eva Redondo, Bocanadas (2013), dentro del proyecto «Habitaciones Propias», coordinado por Sinisterra para La Casa Encendida (semi-montaje dirigido por Laura Ortega), Se vende (2014), montaje estrenado en el Teatro La Puerta Estrecha y que codirigió junto a Eva Redondo, Penélopes (2016), dentro del proyecto «En riesgo», coordinado por Sinisterra, para La Casa Encendida (semi-montaje dirigido por Eduardo Fuentes), Diga ser cierto (2015), estrenado en Nave 73 (Madrid, 2018), Nadie volverá a hacernos daño (2014), en El Salvador (2022), y Azul, y me dejo caer…, estrenada en el Umbral de Primavera, en 2024. Otros textos suyos son: Kwai-Kwai o la memoria del abuelo Khou (2017), Junto al río (2018), fruto del Laboratorio dramatúrgico «Teatro contra el Olvido», dirigido por Sinisterra, Tres-E (2018), seleccionado para lectura dramatizada en el XIX Salón Internacional del Libro Teatral, o Naranja y rojo, fruto de su participación en el VII Laboratorio de Escritura Teatral de Fundación SGAE 2018-2019.
Siempre ha compaginado su faceta artística con la docente, centrándose en la escritura dramática desde 2016. Ese año comenzó a dar clases en el Máster de Guion de Cine, Series de TV y Dramaturgia de la UAM, y también asumió la impartición del segundo grupo de Dramaturgia Actoral en el Nuevo Teatro Fronterizo. Asimismo, también ha colaborado esporádicamente con otras instituciones, dando talleres específicos de escritura teatral (ESAD de Valencia, Instituto Cervantes, Centro Cultural de España en Centroamérica, etc.) y realizado asesorías particulares en procesos de escritura dramática.
Entrevista a la profesora
Recuerdo que siendo muy joven me impactó leer esta frase en un poema de Bukowski: «Si tienes que sentarte durante horas con la mirada fija en la pantalla del ordenador o clavado en tu máquina de escribir buscando las palabras, no lo hagas». Y algún tiempo después, no recuerdo dónde, leí esta otra frase de Paul Valéry: «Un verdadero escritor es aquel que no encuentra las palabras. Entonces las busca. Y al buscarlas, encuentra las mejores.» Hoy pienso que lo mejor es no dejarse influenciar en exceso por frases lapidarias, ni por etiquetas, que pueden caernos encima como losas, e inmovilizarnos. Y, personalmente, tampoco soy muy amiga de los planteamientos dicotómicos que nos roban la posibilidad de apreciar la infinita gama de grises que hay entre el blanco y el negro. Así que, ante frases como esta, que contrapone el «nacer» y el «hacerse», no puedo evitar hacerme preguntas del tipo: «¿no pueden darse ambas circunstancias a la vez, y en diferentes grados?», «¿hay solo una clase de escritor?»
Honestamente, no sé cuánto de escritor/a se puede llegar a nacer. Ni en qué medida se puede enseñar (y aprender) a ser escritor/a. Lo que sí sé con bastante seguridad es que siempre se puede estimular la creatividad de otros, así como su capacidad para realizar sus propios aprendizajes. Y también se pueden compartir herramientas utilísimas para desarrollar el propio trabajo de escritura, con independencia del grado de «escritor» con el que se haya nacido.
Para mí la labor docente consiste, no tanto en transmitir información y conocimientos (aunque también), como en ayudar al alumno a potenciar su capacidad de autoaprendizaje y autoconocimiento, como creador. Creo que la mayor garantía de satisfacción en un proceso de creación está en el descubrimiento y desarrollo de la propia identidad artística. Para ello hay que invitarles a explorar lo desconocido, y a tomar riesgos que los saquen de sus zonas de confort.
Concibo este trabajo como un acompañamiento, una labor de guía y de cuidado del otro. El proceso creativo está lleno de inseguridades, auto limitaciones y falsas creencias que van en contra de la propia capacidad de crear. Ayudar a otras personas a transitar ese camino, a descubrir y desarrollar su capacidad creadora, a ganar confianza en las propias visiones, me parece uno de los trabajos más hermosos que se pueden hacer.
Desde muy joven he explorado el mundo de la docencia, dando clases de materias muy diversas. Y desde 2016, estoy centrada en la escritura dramática. Ese año comencé a dar clases en el Máster de Guion de Cine, Series de Tv y Dramaturgia de la UAM, y también asumí la impartición del segundo grupo de Dramaturgia Actoral en el Nuevo Teatro Fronterizo. Asimismo, también he colaborado esporádicamente con otras instituciones, dando talleres específicos de escritura teatral (ESAD de Valencia, Instituto Cervantes, Centro Cultural de España en Centroamérica, etc.)
Me interesa el trabajo con imágenes (ya sean reales preexistentes o inducidas en el «aquí y ahora» de la sesión), y lo incorporo siempre que puedo. Por otra parte, me gusta el trabajo con Impromptus (ejercicios de escritura repentista).
Al principio y al final, les pido que no se juzguen, que sean honestos con sus deseos y con las «visiones» que les asaltan de noche o de día, que tengan paciencia, y, sobre todo, que sean valientes.
Un clima de relajación y de no exigencia. Un ambiente de laboratorio, donde podemos hacer experimentos sin miedo a equivocarnos.
Tantas cosas…En primer lugar, me recuerdan constantemente que yo también soy una aprendiza. Por otra parte, egoístamente, uno de los motivos por los que me gusta dar clase es que compartir mis conocimientos y mi experiencia es, según creo, la mejor manera de mantenerlos vivos dentro de mí, así como de hacerlos crecer.
La generosidad al compartir sus herramientas, sus hallazgos, sus errores, sus conocimientos (no solo sobre escritura, sino también sobre otros ámbitos (artísticos, científicos o filosóficos…)
La habilidad para crear un clima distendido en las clases, de modo que estas sean consideradas un lugar seguro.
La paciencia y la sensibilidad para apreciar la particular poética de cada alumno, y ayudarle a escribir conforme a ella.
En el estudio del subtexto. Es algo en lo que casi nadie suele reparar, pero que, de modo indefectible, fluye por debajo de todos los discursos, y ha de nutrir cada una de las palabras que se escriben. Es un objeto de estudio que me fascina.
Creo que ambas facetas se retroalimentan de un modo constante en mi carrera. Mantenerme activa artísticamente aviva mis ganas de compartir mi experiencia, mis conclusiones, mis fracasos… Y compartir esos descubrimientos me estimula para seguir creando.
No podría elegir uno. Pero sí diré que el autor que más me hizo crecer en la escritura dramática, por el impacto que su obra tuvo en mí, fue el británico Harold Pinter.
Acabo de empezar El tiempo amarillo, de Fernando Fernán Gómez.