Silvia Fernández Díaz

Diplomada en Profesorado de E.G.B. por la UAM. En 1994, imparte clases de Lengua Española en un aula de Educación Compensatoria para Minorías Étnicas.

Desde 2004, compagina el trabajo administrativo en la Administración Pública con el aprendizaje en cursos de Escritura Creativa, Relato Breve y Recursos Narrativos en diversos talleres madrileños. Actualmente trabaja en la Consejería de Cultura, Deporte y Turismo de la Comunidad de Madrid.

Asimismo, se ha formado como escritora en la II Promoción del «Máster de Narrativa: El Arte y el Oficio» (Escuela de Escritores, 2010-2012).

Ha participado en varios libros colectivos publicados por Ediciones y Talleres de Escritura Creativa Fuentetaja, Escuela de Escritores, Diversidad Literaria, Hotel Montreal, así como en  cuatro antologías del taller de Relato breve coordinado por Ignacio Ferrando y en la de relatos cortos Ulises en el festival de Cannes (coeditada por Espacio Ulises y editorial Playa de Ákaba, 2017). Desde 2013 hasta 2016, ha impartido cursos de Escritura Creativa en Escuela de Escritores y colaborado como jurado de Relatos en cadena (Cadena SER y Escuela de Escritores), de la revista artística La gran belleza,  del libro de relatos del Hotel Montreal prologuista del libro del Hotel Montreal (Niños y libros), articulista con dos artículos para el Glosario de la EACWP.

Ha obtenido diversos premios y menciones en concursos literarios:

VII Concurso Antonio Villalba de Cartas de Amor, convocado por la Escuela de Escritores (finalista, 2008); el primer premio en el II Concurso de microrrelatos convocado por el Hotel Montreal de Benicàssim (2017); en el XVII Concurso de cuentos Ciudad de Marbella (2016); finalista del XXXVI Concurso de Cuentos Villa de Mazarrón. También ha publicado relatos y reseñas literarias en distintas revistas (“Narrativas”, “La gran belleza”, “Cuentos para el andén”, “La Piraña, México”, Espacio Ulises).

En solitario, El reflejo del eclipse, libro inédito de cuentos, fue finalista en el Premio Caja España, 2010. Con Solo con hielo (Talentura Libros, 2014), su primer libro publicado, ha sido finalista del XII Premio Setenil al mejor libro de relatos publicado en 2015. En 2017, publico con la misma editorial el libro de relatos: La mirada de los pájaros. Posteriormente ha escrito dos nuevos libros de relatos, dos novelas breves y un libro de poesía ilustrado con fotografías de su propia autoría.

La mirada de los pájaros

Relato
2017

Publicado por:
Talentura

Más información

Solo con hielo

Relato
2014

Publicado por:
Talentura

Más información

Entrevista a la profesora

Creo que es una pregunta redundante. Lo prioritario es nacer. El escritor solo se hace si le gusta escribir y se dedica a ello. Como todo oficio, se puede enseñar y aprender a escribir. Nunca se puede aprender y enseñar a nacer, al no ser que seas la madre de la criatura. Aunque creo que la escritura o la lectura también permite nacer a algunas personas, pero ese es otro tema.

La posibilidad de ser profesora es la culminación de un camino que me hubiera gustado ejercer cuando estudié Magisterio. Me formé con muchas ganas, pero apenas pude ejercer la docencia. La vida laboral me llevó a trabajar de administrativo en la Administración Pública.

Comencé a dar clase nada más diplomarme del Máster de Narrativa, y con ello auné mis ganas de trabajar de profesor y además en una faceta que me encentaba: la narrativa. Por motivos personales tuve que dejar de impartirlas durante una temporada. Estoy encantada de volver a colaborar en estos cursos de escritura.

La lectura. Me gusta hablar y proponer textos que les atraiga, si es posible que los lean, comentarlos en grupo y luego dar mi opinión. Son textos pensados de acuerdo con los temas que se han ido viendo. Estoy convencida de que una lectura les aporta mucho más que lo que yo en principio les pueda decir. No hay nada como un buen ejemplo. La mayoría de las veces, con su trabajo en grupo, llegan a unas conclusiones estupendas.

Que tengan interés, escriban y se comenten entre ellos. Que reflexionen sobre lo aprendido, detecten ellos mismos sus avances. El nivel de exigencia es alto. Creo que, quien entra a un grupo de escritura y paga por ello, tiene que ser exigido. En la misma medida, que los alumnos también deben exigirme a mí. Soy su profesora y estoy con ellos para enseñarlos como los alumnos individuales que son.

Me gusta que se comenten los textos de un modo respetuoso. Eso es lo prioritario. El respeto al prójimo.

La naturalidad. La buena disposición en el momento en que uno empieza a escribir por afición, sin trabas, enfrentándose a todo libremente. Sin artificios. Y, sobre todo, la entrañable relación que se establece cuando analizo un relato con ellos. Aunque no los vea presencialmente detrás de la pantalla siento que han captado el descubrimiento de lo que es la Literatura. Es una  sensación indefinible y maravillosa.

Una buena base de lectura. Considero que se puede ser un buen profesor de escritura, sin escribir excesivamente bien. Pero no se puede ser un buen profesor de escritura, sin haber leído lo suficiente. En este sentido, me refiero a variedad de obras, estilos, ritmos, tonos. A conocer con bastante profundidad a los escritores. Por ello, me gusta que mis alumnos comenten textos, relatos, párrafos de novelas. Ellos en primer lugar y luego intervenir yo. Son textos pensados de acuerdo con los temas que se han ido viendo. Estoy convencida de que una lectura les aporta mucho más que lo que yo en principio les pueda decir. No hay nada como un buen ejemplo. Y luego sí, comentar sus observaciones y recalcar aquello que considero primordial del texto. La mayoría de las veces, con su trabajo grupal, llegan a unas conclusiones estupendas.

En la visibilidad y la concreción del texto. Intento que los alumnos entiendan que, por mucho trabajo que dediquen a un texto abstracto, no conseguirán transmitir al lector ninguno de los conceptos de los que intentan hablar. Para ello intento demostrárselo con lecturas. Y creo que funciona muy bien. Después de leer cómo maestros como Truman Capote o Benedetti plasman la emoción en sus textos se convierten para ellos en ejemplos a seguir.

La verdad es que apenas me queda tiempo para desarrollar ideas nuevas. Por suerte, durante los años de escritura tengo mucho material que reviso de vez en cuando y eso sí me permite avanzar, sin tener la frustrante sensación de no dedicarme a lo que realmente más me gusta: Escribir.

Los libros me enseñan a vivir otras vidas, abren mi reducido mundo a otros lugares, a otras emociones, a unas sensaciones que reconozco cuando leo algún párrafo de Sándor Márai, Zweig, Magda Szabó. O me sumerjo en los abismos vitales de Thomas Bernhard. O cuando me deleito en la prosa fluctuante, en el dejarme llevar entre las olas de palabras de António Lobo Antunes. Quizás parezca exagerado, pero no puedo vivir sin los libros. Vivir sin leer es una especie de muerte. Porque los libros me hacen soñar. Eternamente.

Actualmente estoy leyendo el libro de una escritora española, a la que también admiro: “El peligro de estar cuerda”. Trata sobre la creatividad y los escritores. Os lo recomiendo.

Silvia Fernández Díaz - IMG570 - Ático 26
Ático 26

Más información

Error: Formulario de contacto no encontrado.

Más información curso

    Compartir en