Estudió Periodismo en la Universidad de Sevilla. Tras ejercer como periodista en Andalucía, Praga y Melilla, fue voluntaria europea en los Balcanes, donde también desempeñó funciones de redactora y enseñó español en Prilep, Macedonia del Norte.
Realizó el Máster de Narrativa de la Escuela de Escritores, dentro de la séptima promoción. Obtuvo la beca al mejor aprovechamiento y sobresaliente cum laude en dichos estudios y en el proyecto fin de máster. De este proyecto nació su novela Humanidad.
Cursó el Máster de Edición de la Universidad Autónoma de Madrid; y desempeñó funciones de editora y periodista en Páginas de Espuma y en Libros de la Ballena. Es editora del libro La vida de pie, de Herminia Brumana; y la propulsora de la publicación de Íntimas, de Adela Zamudio, en España.
Escribe reseñas y artículos para periódicos y revistas; es examinadora de español para extranjeros; editora freelance y asesora literaria. Ayuda a otros escritores a mejorar sus manuscritos, así como el modo de comunicarlos para mandarlos a concursos y editoriales.
Ha publicado relatos en antologías, revistas de frontera y mujeres viajeras. Es finalista de varios concursos. Su novela Los besos secos, finalista del L Premio Internacional Ciudad de Barbastro, se publica en 2020 por la editorial Bala Perdida.
Reseñas, publicaciones y artículos
- La antigua Biblos: Reseña de «Los besos secos»
- Somos Malasaña: Rosario López y la literatura en tiempos del confinamiento
- Onda Cero Melilla: Entrevista a Rosario López
- Un libro al día: Reseña y entrevista
- esRadio: «Los besos secos» de Rosario López
Entrevista a la profesora
Se puede enseñar y aprender a escribir, como se enseña y se aprende a pintar, a tocar el violín y a manejar un idioma. Como en todos los idiomas, primero oímos y luego hablamos. En la escritura igual: primero leemos y luego escribimos. El escritor se hace, la persona que quiere escribir nace. Y puede nacer también en la vejez.
Comencé a impartir clase porque quería contar lo que a mí me contaron, lo que a mí me sirvió, allanar el camino y que otros disfruten también. Escribir no es fácil, pero no tiene por qué ser difícil. Para mí escribir es ser, investigo y oigo mucho entre los huecos. Confío en el trabajo desde ahí, intentando entender qué necesita contar la otra persona. Hay personas que tienen una historia que les chilla en el ombligo y no saben cómo ponerla en palabras para que chille igual en el papel. Mi obligación es hacer de guía para que salga, facilitarle el transbordador a su semilla.
Procuro que cada persona diga lo que tenga que decir, creo que es muy importante crear un espacio seguro y de confianza. Me fijo mucho en lo bueno y en lo que se puede mejorar, siempre desde cada persona. Respeto mucho el estilo de cada cual y los silencios de los textos. Me interesa mucho generar preguntas, más que las respuestas, que los alumnos sean críticos a la hora de leer y libres a la hora de escribir. Y que disfruten muchísimo. Pasión es mi tercer apellido, ¿o el primero?
No pido nada, pero recomiendo un grado de compromiso con uno mismo si realmente se desea. El tiempo es corto y es una tontería hacer algo por obligación, con la cantidad de soles que hay en otros países y cervezas que tomar en las terrazas. Ojo, que también se puede escribir en la calle y hacer poemas al sol de Malasiento, pongamos. Siempre se está escribiendo. Siempre. Siempre nos estamos contando. Somos animales que no callan. Mis expectativas son altas, confío mucho en la gente.
De seguridad, confianza, respeto. Me chifla respetar. Y el humor. Necesitamos reír mucho.
Totalmente. Mira, la primera vez que yo di clases en los Balcanes (de español), entendí mejor nuestro idioma. Una chica sabía palabras solo de oído y de ver los labios moverse, de las telenovelas venezolanas que veía con su baba (abuela). No solo entendí mejor nuestra lengua, sino nuestro modo de comportarnos. Hay palabras que no tenemos porque no hay realidades así en español. Y a partir de ahí cambié totalmente mi concepto del mundo. Ángela, como se llama esta alumna, no solo me enseñó a entender mejor mi realidad, sino otras. Me llevó hasta América estando en un pueblito de Macedonia. Y me conectó también con mis raíces y mi abuela, que es la que a mí me contaba cuentos. Mis alumnos me enseñan a estar en el mundo. Y también me enseñan a escribir, porque ya nunca leo tomando las palabras como inocentes. Cada palabra cuenta, nombra, añade o quita. Manuel Seco dice que el idioma es la forma de respirar que tiene la mente.
Escucha activa, empatía, mirada amplia del mundo, detallista, que le gusten los libros y las personas. Generosidad. Que no tenga prisa.
En los personajes y los espacios. En lo poético de las cosas. En la belleza, entendida como emoción.
Siempre estoy creando. Robándole horas al sueño, como se suele decir. Lo bueno es que a mí me gusta poco dormir, así que no tengo que robárselas del todo, digamos que es un intercambio. Yo le doy mi cama, él me da sus horas. Una amiga no se fía de mí por eso. Yo tampoco he conocido a nadie aún a quien no le guste dormir. Quizá en el próximo curso.
Eso es muy difícil, más que escribir. Favorito. Ni siquiera cuando era adolescente tenía palabras favoritas favoritas, de solo una o dos. Me gusta mucho conocer, curiosear, probar. Y nombrar a uno solo es como nombrar a un amor solo para siempre. Para siempre por ahora…, diré que actualmente estoy revisitando El Quijote, porque tengo muchas ganas de reír y de entender mejor de dónde venimos. Kundera dijo que los novelistas no deben nada a nadie, si acaso un poquito a Cervantes. A mí me lo dijo un autor croata que me encontré por casualidad en Madrid después de haberlo leído. Los lugares y las personas son libros, muchos libros.