Barcelona, España | 1995
Imparte clases virtuales
Desde joven, Luis de la Iglesia siempre ha estado rodeado de narrativa, lee libros, cómics, juega a videojuegos y mira un sinfín de películas. Esta es la razón por la que no pudo evitar escribir. Comenzó su instrucción en el Ateneu Barcelonès con el curso de Iniciación a la Escritura y continuó con Novela I y Novela II. No pudiendo detener su hambre creadora, tras graduarse en Nanociencia y Nanotecnologia, decidió aventurarse a hacer el Máster en Escritura Narrativa de la Escuela de Escritores, a lo que siguió el curso de Relato Breve, el curso de creación de talleres de la EACWP y su decisión de impartir clases para motivar a aquellos que, como él, necesitaron un empujón para empezar a escribir. Actualmente, está trabajando en varios proyectos literarios que pretende publicar.
Entrevista al profesor
¿Qué te sugiere la frase «El escritor nace, no se hace»? ¿Crees que se puede aprender —y enseñar— a escribir?
Me suena a «¿qué fue antes, el huevo o la gallina?». Si alguien quiere ser escritor que escriba, eso es lo más importante. Ya descubrirá si tiene un don para ello o necesita ayuda. Que tome el camino que necesite mientras tenga claro que quiere escribir. En los talleres dan técnicas, pautas e ideas interesantes que pueden ser muy útiles en el crecimiento de un autor/a, pero lo importante es que él/ella tenga claro que quiere escribir.
¿Qué significa para ti tu labor como profesor? ¿Cómo y por qué comenzaste a impartir clase?
Un profesor, más que nada, es un guía. Es esa persona que te puede mostrar el camino, aunque no lo quieras ver y te motiva a seguir adelante. Es cierto que también te da cantidades exorbitadas de información, pero vamos a ser sinceros, a los profesores que escuchábamos de pequeños eran aquellos que sabían ver cuando teníamos problemas y nos reconducían. Personalmente, me gusta ver cómo la gente crece y lucha por seguir ese camino que se ha propuesto y esta es la razón por la que he decidido hacerme profesor. Y si además me lo paso increíble dando clases, no me puedo quejar.
¿Cuál es tu relación con el resto del equipo de la Escuela?
Fueron mis guías y me motivaron a escribir y leer más de lo que ya lo hacía. Ahora considero a varios de ellos como mis amigos.
¿Cuáles son las peculiaridades de tu metodología, aparte de la mecánica común a todos los talleres? ¿Te sientes libre a la hora de aplicar tu criterio pedagógico?
Me encanta meter caña. Un día Alfonso Fernández Burgos entró en clase diciendo: «¿Cómo estáis escritores, seres de piel fina?». Tenía toda la razón, nuestros egos nos habían convertido en personas demasiado sensibles para aceptar parte de las críticas que recibíamos. Escribir y dejar que nos lean es exponerse, y cuando uno se expone tiene que estar preparado para cualquier cosa. Además, todos recordamos a aquellos profesores que nos metían caña porque sabían que podíamos sacar más de nosotros. Creo que es necesario, siempre sin desanimar a ninguno de mis alumnos, porque, como yo, la mayoría empieza siendo un ser de piel fina.
¿Qué les pides a tus alumnos cuando comienza el curso? ¿Y cuando termina? ¿Cuál es tu nivel de exigencia?
Remitiéndome a la pregunta anterior, creo tener un nivel de exigencia alto porque pienso que los profesores que nos aprietan (con tacto) son los que sacan lo mejor de nosotros. Sin embargo, lo único que les pido a mis alumnos que me cuenten historias cuando empiezan y que me cuenten historias más locas cuando acaban y han absorbido todos los conocimientos.
¿Qué clima te gusta y procuras que se cree en tus grupos de trabajo?
¿Habéis leído En la carretera o The Dharma Bums de Jack Kerouac? Pues esa energía, esa pasión por lo que se tiene entre las manos, esa locura por comerse la página en blanco.
¿Consideras la enseñanza como un intercambio? ¿Qué te enseñan tus alumnos?
Claro que sí, sino sería un aburrimiento. Siempre aprendes con los alumnos, aprendes de sus ejercicios, de sus inquietudes, de sus personalidades, de sus recomendaciones, de sus motivaciones. Enseñar es un quid pro quo que hace tan alumno al profesor como las personas a las que está enseñando.
¿Cuáles son las cualidades necesarias, según tu opinión, para ser un buen profesor de escritura?
Como he comentado, el profesor es un guía y un buen guía no solo se sabe el camino y los atajos o los sitios donde sus acompañantes se pueden parar a descansar o donde lo harán de verdad. Un buen guía sabe cuándo sus acompañantes se querrán desviar del camino y sabe cuándo reconducirlos. Tiene que tener la visión más amplia que nadie y el tacto necesario para mostrarla.
Dentro de tu campo didáctico, ¿en qué partes te gusta profundizar?
Suelo ser muy friki con que el texto suene bien, pero creo que lo que más me interesa es que las historias cuenten algo, porque si no cuentan nada, para qué se va a molestar alguien en leerlas. Es como la película de Tenet, muchos artificios, pero vacía.
¿Cómo compaginas la labor como profesor con tus propias creaciones?
Duermo poco entre semana y la Coca-Cola ayuda mucho.
¿Cuál es tu escritor favorito? ¿Por qué? ¿Qué libro estás leyendo en la actualidad?
Mi escritor favorito es Alessandro Baricco, tiene una idea muy clara de lo que quiere contar y de cómo reinventar la literatura con cada uno de sus libros (no siempre lo consigue). Sé que cuando tengo un libro suyo entre manos, tengo algo especial. Aunque, ahora estoy leyendo El problema de los tres cuerpos de Liu Cixin, un libro que no me está gustando nada, sin embargo, pienso que de lo que no le gusta a uno también se aprende. También, estoy leyendo la novela gráfica de The Preacher de Garth Ennis, eso sí es una delicia.