Barcelona, España | 1975
Imparte clases virtuales desde: Madrid, España
Escritora
Nacida en España, se traslada a México en 1995, donde reside hasta 2016, cuando decide trasladar su residencia a Madrid.
En 2007, editorial Planeta México publicó su primera novela, Por si no te vuelvo a ver, que sorpresivamente se colocó a la cabeza de los libros más vendidos de aquel país. Le siguieron El ladrón de cálices (Planeta, 2010), Las dos vidas de Floria publicada en Italia (Salani Editori), México (Planeta) y España (Piel de Zapa). Con La última página (Planeta 2014) fue finalista del Premio Letras Nuevas de Novela 2013 en México. Carlota, su novela más reciente y titulada en España Locura Imperial, ocupó la lista de los más vendidos durante semanas y se encuentra en proceso de traducción a otros idiomas.
Martínez-Belli ha compaginado su actividad literaria con la docencia. Impartió clases de Escritura Creativa en la Universidad del Claustro de Sor Juana de México y en el IES University, España. Ha participado como articulista en distintos medios impresos como la Revista SoHo, la plataforma digital de Univisión y el periódico Clarín de Argentina. Ha sido invitada como profesora de Novela Histórica de la National Association or Writers in Education (NAWE) en la edición de noviembre 2019 en York, Gran Bretaña.
Desde 2016 se incorporó a la Escuela de Escritores.
En 2020 fue una de las diez finalistas seleccionadas para el Premio Planeta.
Después de haber tenido a Laura como profesora, a mí me entran ganas de pegarme a ella y absorber como una esponja todo lo que sabe. Laura siempre ha ido más allá de lo que era una simple planificación, ordenación de una novela. Sus consejos, sus comentarios, siempre han contribuido a aumentar nuestros conocimientos y la calidad de lo que escribimos. No es frecuente que uno tenga la suerte y el privilegio de tener a una profesora que figure entre las diez finalistas del Planeta. Todo un regalo inesperado estudiar con Laura.
#DicenDeNosotros: Carlos Usín, desde Benalmádena (Málaga)
Entrevista al profesor
Qué te sugiere la frase «El escritor nace, no se hace»? ¿Crees que se puede aprender —y enseñar— a escribir?
El escritor tiene la mala fama de “nacer por generación espontánea”, cosa que no sucede con los pintores ni con los músicos ni con otros estudiantes a artista. Si se quiere ser bailarín, uno se apunta a una academia de danza; si se quiere aprender a tocar un instrumento: uno se apunta a clases; si se quiere ser pintor, o actor, lo mismo. ¿Quiere decir eso que todos ellos serán Picassos, Pavlovas y Mozarts? A lo mejor alguno sí, y muchos no, pero no por eso dejan de aprender y de disfrutar con una pasión que les llena y les satisface. Sin embargo, no sucede lo mismo con los que quieren ser escritores, como si recibir formación estuviese peleado con el talento y arrinconan al pobre aprendiz de escritor a la soledad del autodidacta. Por fortuna, ese prejuicio cada vez está más diluido. En los países anglosajones nos llevan años de ventaja formando a escritores con formación universitaria, escritores que publican y que enseñan. Porque nadie nace sabiendo, y quien tiene talento siempre puede pulirlo, enfocarlo, dirigirlo. Decir que un escritor nace es una creencia tan dieciochesca como la de creer que el poder del monarca era investido por la gracia divina.
¿Qué significa para ti tu labor como profesor? ¿Cómo y por qué comenzaste a impartir clase?
Me entusiasma poder compartir mi experiencia con aquellos que se enfrentan por primera vez a la escritura, con los retos enormes que supone escribir una novela o un relato. En el mundo solitario del escritor es gratificante compartir un foro con personas que, al igual que uno, quieren contar historias. De alguna manera, entiendo muy bien sus miedos, sus preocupaciones y sus anhelos. Yo trato de compartirles lo mucho o poco que he ido aprendiendo a lo largo de los años, del mismo modo que me hubiera gustado que me hablaran a mí cuando me adentré en este mundo de las letras. Escribir es un oficio solitario, pero no por ello tienes que estar solo. Ser profesora va más allá de enseñar: genera comunidad, camaradería, apoyo y, a veces, incluso relaciones de amistad que perduran.
Empecé a dar clases presenciales en México hace diez años, primero dando conferencias, seminarios, luego talleres en universidades e instituciones culturales. Diría que las clases me encontraron a mí, por fortuna.
¿Cuál es tu relación con el resto del equipo de la Escuela?
A pesar de ser profesora de virtuales, diría que la Escuela sabe generar complicidad con cada uno de sus miembros. Me llevo muy bien con Javier, Mariana y Lorena Briedis, con quienes viajé a York el año pasado para participar en las conferencias de la NAWE, y con Daniel Saavedra, que siempre está al tiro para ayudarme en la gestión de los cursos online. Todos en la escuela son gente estupenda.
¿Cuáles son las peculiaridades de tu metodología, aparte de la mecánica común a todos los talleres? ¿Te sientes libre a la hora de aplicar tu criterio pedagógico?
Mi experiencia personal en el proceso creativo, la relación profesional con el mundo editorial y la utilización de recursos digitales son algunos de los factores que potencian el dinamismo de mis talleres. Siempre me he sentido libre a la hora de aplicar mis criterios pedagógicos.
¿Qué les pides a tus alumnos cuando comienza el curso? ¿Y cuando termina? ¿Cuál es tu nivel de exigencia?
Al inicio de cada curso les pido mucha disciplina, compromiso y que sobre que se pongan una coraza fuerte para aprender a recibir las críticas, tanto las buenas como las malas, porque parte del proceso de aprender a escribir consiste en aprender a ser leído. Ser leído, paradójicamente, a veces les cuesta más que escribir. Al terminar el curso les recomiendo seguir escribiendo, porque ser escritor es una carrera de fondo. Soy una profesora muy exigente, digo las cosas sin anestesia, siempre desde el respeto y el cariño, porque considero que es la única manera de aprender.
¿Qué clima te gusta y procuras que se cree en tus grupos de trabajo?
En mis grupos procuro siempre que haya complicidad, honestidad y que se genere un ambiente respetuoso, pero con buen rollo. Que sea serio no quiere decir que no pueda ser ameno. Siempre trato de generar conversaciones alrededor de los distintos temas para pasárnoslo bien, ayudarnos y aprender juntos.
¿Consideras la enseñanza como un intercambio? ¿Qué te enseñan tus alumnos?
Enseñar es un camino de ida y vuelta. Todo lo que enseñas en el fondo te lo estás diciendo a ti. Los alumnos son espejos enormes en los que mirarse y que te devuelven tus propios fallos y aprendizajes de forma aumentada.
¿Cuáles son las cualidades necesarias, según tu opinión, para ser un buen profesor de escritura?
Un buen profesor debe siempre tratar que sean los propios estudiantes quienes aprendan a leer y a corregir sus textos. Tiene que ayudarles en el proceso de encontrar su voz. Nunca debe pretender que los alumnos escriban como él/ella. Tiene que ser paciente y sincero. Y nunca, jamás, fomentar el ataque ni la crítica vacía entre sus alumnos.
Dentro de tu campo didáctico, ¿en qué partes te gusta profundizar?
Me gusta mucho compartir videos de youtube en donde profesionales (escritores o divulgadores) hablen del oficio o del uso de distintas herramientas, pongo ejemplos de escenas de películas, hago distinciones del uso del lenguaje según los diferentes soportes y también periódicamente (dependiendo de la duración del taller) se leen y analizan relatos o novelas a través de videoconferencias.
¿Cómo compaginas la labor como profesor con tus propias creaciones?
¡Con mucha disciplina! ¡Férrea disciplina! La disciplina es la verdadera musa del escritor.
¿Cuál es tu escritor favorito? ¿Por qué? ¿Qué libro estás leyendo en la actualidad?
Me gusta mucho la literatura latinoamericana del XX, aunque recientemente podría decir que Almudena Grandes se ha convertido en una especie de mi gurú literario. Me maravilla el equilibrio que consigue crear entre la narración, el historicismo y el uso del lenguaje. Creo que es la mejor novelista española de nuestra época. Actualmente estoy leyendo Las hermanas Makioka, de Junichiro Tanizaki.