Alejandro Marcos (Madrid, 1986) está licenciado en Periodismo y ha formado parte de la Primera promoción del Máster de Narrativa de Escuela de Escritores.
A lo largo del segundo año de máster trabajó en su primera novela: El Síndrome de Cotard.
Durante el mes de julio de 2010, participó en el programa Urban Storytelling en Turín con escritores y fotógrafos de toda Europa. En este marco escribió los textos de la exposición No Shelter que aúna textos con fotografías (a cargo de Jaime Alekos) sobre un refugio subterráneo de la Segunda Guerra Mundial. La exposición se mostró en la Noche en Blanco de ese mismo año en Madrid, en Escuela de Escritores, y posteriormente en Scuola Holden de Turín y en Schule für Dichtung de Viena.
En septiembre de 2012 y con motivo de las Olimpiadas Culturales celebradas en Inglaterra, participó en el evento internacional WEYA (World Event of Young Artists) en la ciudad de Nottingham, donde expuso parte de sus trabajos y entró en contacto con artistas de todas las nacionalidades y disciplinas.
En julio de 2017 participó en el II teachers training course en Normandía organizado por la EACWP. Es, junto con Inés Arias de Reyna, creador y coordinador del itinerario de literatura fantástica, ciencia ficción y terror Centauros más allá de Orión.
Escribe de forma regular en el blog de literatura fantástica de Escuela de Escritores, Centauros más allá de Orión. Su segunda novela, El final del duelo, fue publicada en 2015 por la editorial Orciny Press y reeditada en 2018. En 2018 publica su tercera novela Vendrán del este (Orciny Press).
Fotografía de Jonatan Noguera Madejón
Alejandro Marcos es un profesor excepcional y un gran escritor. Después de tres años en el itinerario de literatura fantástica juntos, he aprendido la teoría y he conseguido completar el primer borrador de mi primera novela gracias a su ayuda. No sólo son sus conocimientos del tema impresionantes, sino que además sabe cómo transmitirlos a sus alumnos y motivarlos para seguir adelante. Muchas gracias, Alejandro.
#DicenDeNosotros: Sonia Pérez Soriano, desde Aberdeen (Escocia)
Entrevista al profesor
¿Qué te sugiere la frase «El escritor nace, no se hace»? ¿Crees que se puede aprender —y enseñar— a escribir?
Como alumno del Máster de la Escuela, creo rotundamente en la enseñanza de la escritura creativa. Por supuesto no se trata de una enseñanza al uso, pero creo que, como cualquier arte, se puede aprender a emplear las herramientas imprescindibles para potenciar al máximo la capacidad narradora de cada alumno. No todos van a llegar a la misma genialidad o al mismo nivel, pero sí todos van a conseguir crear textos eficaces.
¿Qué significa para ti tu labor como profesor? ¿Cómo y por qué comenzaste a impartir clase?
Mi labor como profesor no es solo para mí un trabajo, es la manera en la que yo sigo en contacto día a día con la escritura y continúo y mantengo mi interés por aprender. Es un poco tópico y quizás un poco egoísta, pero es cierto que se aprende mucho impartiendo clases.
Comencé a dar clase gracias al director de la Escuela, que había sido profesor mío anteriormente y que me animó y empujó a hacerlo. Aunque lo cierto es que tampoco tuvo que animarme mucho, la docencia siempre había sido una vocación presente en mi vida.
¿Cuál es tu relación con el resto del equipo de la Escuela?
A muchos de ellos los conozco por haber sido alumno suyo previamente, lo cual facilita la relación y la confianza. Para mí son compañeros que siempre están dispuestos a ayudarte y a compartir todo su conocimiento y su experiencia contigo.
¿Cuáles son las peculiaridades de tu metodología, aparte de la mecánica común a todos los talleres? ¿Te sientes libre a la hora de aplicar tu criterio pedagógico?
Nunca he recibido directrices estrictas que me impidieran desarrollarme como profesor. Es más, la Escuela siempre está abierta a sugerencias y son muy tenidas en cuenta. Yo mismo he realizado algunas que se han llevado a cabo sin problema. Sin embargo, no creo que yo tenga una peculiaridad a la hora de formar a mis alumnos. Pienso que es bueno que si un profesor descubre un método que funciona, pueda compartirlo para que todos nos enriquezcamos. Creo que esa es la filosofía de la Escuela y, dentro de que cada profesor tiene sus preferencias estilísticas, se consigue crear una uniformidad que permite al alumno continuar su formación con uno u otro profesor sin que eso suponga ningún problema.
¿Qué les pides a tus alumnos cuando comienza el curso? ¿Y cuando termina? ¿Cuál es tu nivel de exigencia?
Siempre les pido disciplina y libertad. Disciplina para que ellos mismos se tomen en serio lo que hacen y puedan conseguir avances y libertad para escribir y dejarse llevar sin censurarse de ningún modo pensando en si lo están haciendo bien o mal.
Cuando acaba el curso les pido que echen la vista atrás y que hagan ellos mismos una autoevaluación de lo que han aprendido. Muchas veces el alumno no tiene consciencia de estar aprendiendo o incluso puede llegar el punto en el que se encuentren perdidos, por eso es importante a veces pararse y mirar hacia atrás.
Mi nivel de exigencia siempre se adapta a los alumnos. Los grupos son todos muy diversos y en ocasiones es necesario ir más despacio o repetir conceptos que con otros grupos ya se dan por sabidos. Pienso que como profesor hay que mantener un equilibrio siempre entre la flexibilidad y la disciplina.
¿Qué clima te gusta y procuras que se cree en tus grupos de trabajo?
De buen rollo. Me gusta que los alumnos se sientan en confianza para hablar, muchas veces no solo de literatura. No creo que sea bueno inculcar a los alumnos unos cánones estéticos o unos dogmas que encorseten más que ayuden. Por ejemplo procuro nunca hablar en negativo y sobre todo nunca obviar o ignorar iniciativas de los alumnos.
¿Consideras la enseñanza como un intercambio? ¿Qué te enseñan tus alumnos?
Antes lo he respondido más o menos. Por supuesto que es un intercambio, aunque los alumnos no son tan conscientes, pero cada grupo te ayuda a mejorar para el siguiente. Aprendes lo que funciona y lo que no, en lo que suele haber problemas y además te permite a ti mismo mantenerte en contacto con la teoría y trabajar tu propio lado crítico que, en el caso de la gente que además de profesor somos escritores, pueda ayudarte a la hora de desarrollar tus propios textos.
¿Cuáles son las cualidades necesarias, según tu opinión, para ser un buen profesor de escritura?
Todos los profesores deben ser pacientes, flexibles, humildes y deben saber anticiparse a sus alumnos. Un profesor de escritura debe tener, a su vez un buen ojo crítico, un camino importante como lector y cierto grado de dialéctica para saber decir las cosas que se deben mejorar sin herir y sin provocar malentendidos.
Dentro de tu campo didáctico, ¿en qué partes te gusta profundizar?
Pues en general tiendo a centrarme en temas formales de los textos, sobre todo en la verosimilitud y en las voces de los narradores. Para mí son sin duda las herramientas más útiles que pueden poseer los alumnos en el futuro para contar lo que quieran contar.
¿Cómo compaginas la labor como profesor con tus propias creaciones?
Aun siendo profesor sigo acudiendo como alumno a algunos cursos de escritura y es allí donde mejor desarrollo mi capacidad creativa. Me gusta compartir mis textos con otros y observar el punto de vista de los demás sobre mi obra ya que eso la enriquece y me hace a mí aumentar mi capacidad crítica con mis propios textos.
Para poder alcanzar un buen equilibrio entre ambas vidas es muy importante, según mi punto de vista, planificarse bien y seguir una disciplina. Empleo para mí el mismo consejo que doy a mis alumnos porque creo que funciona.
¿Cuál es tu escritor favorito? ¿Por qué? ¿Qué libro estás leyendo en la actualidad?
Mi escritor favorito probablemente sea Javier Marías o Faulkner, soy bastante típico. Creo que son dos escritores que juegan mucho con las voces y los narradores y eso es un tema que a mí me fascina mucho. También admiro mucho la capacidad narrativa de Carmen Martín Gaite.
Ahora estoy leyendo 1984 de George Orwell.
Febrero, 2013