Rubén Abella
1. Destinatario
Para escribir con un lenguaje llano es necesario considerar antes a quién van dirigidos nuestros textos. Esto determinará la información que incluiremos en ellos así como nuestra forma de comunicarla. No es lo mismo escribir un texto para una clase de tercero de la ESO que para una presentación ante nuestros compañeros de trabajo que para un grupo de empresarios extranjeros que no dominan el español.
Al escribir un texto, debemos tener en cuenta los siguientes factores:
- A quién va dirigido (edad, profesión, formación…).
- Qué información poseen ya nuestros lectores y qué información pueden necesitar.
- Qué desean conseguir con la lectura de nuestro texto.
Saber a quién va dirigido nuestro texto nos ayudará a seleccionar la mejor combinación posible de los siguientes elementos:
2. Estructura
Los textos deben organizarse de una forma lógica, con secciones y encabezamientos que ayuden al lector a encontrar fácilmente la información que le interesa y transiciones que conduzcan con naturalidad de unos conceptos a otros. Para seleccionar la estructura de nuestro texto, debemos hacernos las siguientes preguntas:
- ¿Cuál es la estructura habitual del tipo de texto que estoy escribiendo? No es lo mismo escribir un currículum vitae que un memorando o un ensayo académico.
- ¿Con qué estructuras textuales estarán familiarizados los lectores?
- ¿Cuál es orden más lógico, dado el tipo de texto que deseo escribir?
3. Diseño
La presentación de los textos es muy importante. El tipo de letra debe ser de un tamaño adecuado y fácil de leer. El uso correcto de las sangrías, el espaciado interlineal, los márgenes, las cursivas, las tablas, los gráficos, etc. facilitará la lectura y comprensión del texto. Un texto mal presentado es inaceptable.
4. Expresión
El tono del texto debe ser formal pero amable.
Es recomendable escribir frases cortas e incluir en ellas sólo la información que consideremos pertinente. Las frases largas y complejas contienen demasiados datos y, si no dominamos la sintaxis, pueden difuminar la idea principal en vez de aclararla. Los textos deben ser concisos y fluir con naturalidad.
El vocabulario debe ser simple, familiar y preciso. Si dudamos entre dos palabras, elegiremos la más breve y/o la más familiar, aquella que comunique nuestro mensaje de forma más directa (“alcohólico”, por ejemplo, en vez de “dipsomaníaco”). El lenguaje llano favorece el uso de verbos por encima del de sustantivos (“El tren va a salir” en vez de “El tren va a realizar su salida”); de la voz activa por encima de la pasiva (“Se han construido muchas casas este verano” en vez de “Muchas casas han sido construidas este verano”); de las construcciones positivas por encima de las negativas (“Es fácil entender que…” en vez de “No es difícil entender que…”); y de las palabras concretas por encima de las abstractas (“niño” en vez de “ser humano de escasa edad”).
5. Revisión
Adquirir un estilo llano requiere trabajo. Es muy importante revisar siempre nuestros textos antes de enviarlos o entregarlos. Debemos asegurarnos de que incluyen toda la información que deseamos comunicar y que no contienen errores de expresión o formato. El lenguaje llano puede ser persuasivo, conciso y elegante, por lo que resulta especialmente adecuado para escribir textos formales.
Rubén Abella es doctor en Filología Inglesa por la Universidad de La Rioja y ha cursado estudios de postgrado en las universidades de Tulane (Nueva Orleans, Estados Unidos) y Adelaida (Australia). Ha impartido formación sobre comunicación escrita y Storytelling a empresas y organizaciones como la CNMV, Santander, MAPFRE o el Instituto de Empresa, así como cursos y conferencias sobre diversas materias en universidades de todo el mundo. Es profesor de Escuela de Escritores y de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid.